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una verdadera pared, para detenerte hasta que fueras examinado. No hace falta que te diga que en el otro lado del muro está pintado el cuadro que creíste ver. Me encontraba más asombrado que nunca. ¿Pero cómo podía la sala saber que yo llevaba mi espada? Eso es demasiado complejo para que yo pueda explicártelo. Mucho más que esta pobre habitación. Sólo puedo decir que la puerta está envuelta en hilos metálicos, y que éstos saben cuándo los otros metales, sus hermanos y hermanas, atraviesan el círculo. ¿Hiciste tú todo eso? Oh, no. Todo esto... y otras cien cosas parecidas constituyen lo que llamamos la Segunda Casa. Son obra del Padre Inire, a quien llamó el primer Autarca para que creara un palacio secreto dentro de la Casa Absoluta. Tú o yo, hijo mío, hubiéramos construido unas pocas habitaciones escondidas. Él se las ingenió para que la casa oculta se extendiera por doquier y tuviera la misma extensión que la pública. Pero tú no eres él dije . Porque ahora sé quién eres. ¿No me reconoces? Me quité la máscara para que pudiese verme la cara. Él sonrió y dijo: No has venido más que una vez. Así, pues, la khaibit no te satisfizo. Me satisfizo menos que la mujer que fingía ser, o más bien amé más a la otra. Aunque esta noche he perdido un amigo, parece que ahora encuentro viejos conocidos. ¿Puedo preguntar cómo has llegado aquí desde tu Casa Azur? ¿Se te convocó para el tiaso? Antes he visto a una de tus mujeres. Asintió con un gesto ausente. En un espejo de curiosos ángulos, puesto sobre un tremó en un lado de la sala extraña y poco profunda, se le reflejaba el perfil, delicado como un camafeo, y deduje que era sin duda un andrógino. Tuve un sentimiento de lástima mezclado con otro de impotencia, mientras me lo imaginaba abriendo la puerta a los hombres, noche tras noche, en su establecimiento del Barrio Algedónico. Sí dijo . Estaré aquí durante la celebración. Después me iré. Yo aún pensaba en el cuadro que el anciano Rudesind me había enseñado en el pasillo de fuera, y dije: Entonces puedes indicarme dónde está el jardín. Advertí en seguida que lo había tomado desprevenido, quizá por primera vez en muchos años. Había dolor en sus ojos, y su mano izquierda se movió (aunque sólo levemente) hacia la ampolla que le colgaba del cuello. Así que has oído hablar de eso... dijo . Y suponiendo que conociera el camino, ¿por qué habría de revelártelo? Muchos tratarán de huir por ese camino si la carraca pelágica avista tierra. XXI - Hidromancia Pasaron varios segundos hasta que comprendí correctamente lo que había dicho el andrógino. Entonces el recuerdo del olor de la carne tostada de Thecla me trajo a la nariz un nauseabundo olor dulzón, y me pareció sentir la inquietud de las hojas. En la tensión del momento, olvidé lo inútiles que han de ser tales preocupaciones en esa sala llena de engaños, y miré a mi alrededor tratando de cerciorarme de que nadie podía oírnos, y entonces descubrí que, involuntariamente (pues había pensado en interrogarlo antes de confesar mi relación con Vodalus), mi mano había sacado el eslabón de forma de cuchillo del compartimiento más escondido de mi esquero. El andrógino sonrió. Me figuré que podías ser tú. Llevo ya días esperándote, habiendo impartido instrucciones al anciano que está en el exterior y a otros muchos para que me trajeran a forasteros prometedores. Fui recluido en la antecámara dije , y perdí tiempo. Pero ya veo que escapaste. No es probable que te liberaran antes de que mi hombre viniera a buscarlo. Es bueno que lo hicieras, pues no queda mucho tiempo... los tres días del tiaso, y después debo irme. Ven. Te mostraré el camino hacia el jardín, aunque no estoy nada seguro de que te permitan entrar. Abrió la puerta por la que había venido, y esta vez vi que no era realmente rectangular. La sala que se encontraba más allá apenas era mayor que la que habíamos dejado; pero los ángulos parecían normales y estaba ricamente amueblada. Al menos viniste al lugar correcto de la Casa Secreta dijo el andrógino . De otro modo, hubiéramos tenido que hacer un pesado camino. Te ruego me perdones mientras leo el mensaje que trajiste. Cruzó hasta lo que al principio supuse que era una mesa cubierta con un cristal, y puso el eslabón debajo de ella sobre un estante. En seguida se encendió una luz, que iluminaba desde el cristal hacia abajo, aunque encima de él no había luz alguna. El eslabón creció hasta parecer una espada y vi que las estrías, que sustituían a los dientes sobre los que se sacaban chispas en el pedernal, eran líneas de una escritura fluida. Apártate dijo el andrógino . Si no lo has leído antes, no debes leerlo ahora. Hice lo que me decía, y durante algún tiempo observé cómo se doblaba sobre el pequeño objeto que yo había traído desde el bosque de Vodalus. Por fin dijo: Así, pues, no hay remedio... Tenemos que luchar en dos flancos. Pero esto no te incumbe. ¿Ves aquel armario con el eclipse tallado en la puerta? Ábrelo y saca el libro que hay ahí. Toma, puedes ponerlo sobre este pupitre. Aunque temía alguna trampa, abrí la puerta del armario. Dentro había un libro monstruoso, pues era como yo de alto, y de dos codos de ancho, y se levantaba frente a mí con su cubierta de cuero de manchas azules y verdes como cadáver dentro de un ataúd puesto de pie. Envainé mi espada, agarré este enorme volumen con las dos manos, y lo puse sobre el pupitre. El andrógino preguntó si lo había visto antes, y le dije que no. Parecías tener miedo de él e intentaste... o me lo pareció... apartar la cara de él mientras lo llevabas. Mientras hablaba, abrió el libro. La primera página estaba escrita en rojo con un signo que yo desconocía. Se trata de una advertencia a los buscadores del camino dijo . ¿Quieres que te la lea? Me pareció ver un hombre muerto en el cuero, y ese hombre era yo le solté. Volvió a cerrar la cubierta y le pasó la mano por encima. Estos tonos pavorreal son obra de artesanos que desaparecieron hace tiempo... Las líneas y remolinos que hay debajo no son más que las cicatrices del lomo del animal sacrificado, marcas de palos y látigos Pero si tienes miedo, no es necesario que vayas. Ábrelo dije . Enséñame el mapa. No hay mapa. Esto mismo es la cosa dijo, y volvió la cubierta y también la primera página. Casi me quedé ciego, como si me hubiera deslumbrado un relámpago en una noche oscura. Las páginas interiores parecían de plata pura, batida y pulida; captaba cada brizna de iluminación de la sala y la volvía a reflejar ampliada cien veces. Son espejos dije, y al decirlo me di cuenta de que no lo eran, sino esas cosas para las que no tenemos otra palabra que espejos, esas cosas que hacía menos de una guardia habían devuelto a Jonas a los astros . ¿Pero cómo pueden tener poder si no están enfrentadas? El andrógino contestó: Recapacita cuánto tiempo han estado enfrentándose mientras el libro estuvo cerrado. Ahora el campo soportará la tensión a que sometamos durante
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IndeksFrank Herbert The Heaven MakersCain Chelsea Archie SherDoes the United States Need to Develop a New Nuclear Earth Penetrating WeaponDziedziczka Kingery Laurie1967 23 Fiasko planu zagladyWoalki audiobook Siesicka Krystyna Krystyna SiesickaHistoria Rosji skrypt (1)JaRice Anne Merrick [en]Benzoni Juliette Katarzyna tom 6
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Cytat
Długi język ma krótkie nogi. Krzysztof Mętrak Historia kroczy dziwnymi grogami. Grecy uczyli się od Trojan, uciekinierzy z Troi założyli Rzym, a Rzymianie podbili Grecję, po to jednak, by przejąć jej kulturę. Erik Durschmied A cruce salus - z krzyża (pochodzi) zbawienie. A ten zwycięzcą, kto drugim da / Najwięcej światła od siebie! Adam Asnyk, Dzisiejszym idealistom Ja błędy popełniam nieustannie, ale uważam, że to jest nieuniknione i nie ma co się wobec tego napinać i kontrolować, bo przestanę być normalnym człowiekiem i ze spontanicznej osoby zmienię się w poprawną nauczycielkę. Jeżeli mam uczyć dalej, to pod warunkiem, że będę sobą, ze swoimi wszystkimi głupotami i mądrościami, wadami i zaletami. s. 87 Zofia Kucówna - Zdarzenia potoczne |
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